Los transductores HIFU (cartuchos de distintas profundidades: 1.5 mm, 2 mm, 3 mm, 4.5 mm y 6 mm) entregan las ondas de ultrasonidos (energía) de forma uniforme en las capas dérmicas y superficiales del sistema aponeurótico muscular (SMAS) de la cara. En cada disparo se genera una energía térmica que alcanza aproximadamente los 65.4 º, induciendo de esta forma procesos naturales de coagulación y cicatrización, estimulando la renovación del colágeno, lo que se va a traducir en una mejora de la calidad de la piel y efecto de tensado.
El alto pico de potencia entrega la energía a las capas de la piel de forma eficaz y sin difundir calor a los tejidos circundantes, lo que produce menos dolor, una baja tasa de efectos secundarios y buenos resultados clínicos.
No hay contacto directo con epidermis, por lo tanto la piel no se inflama ni se enrojece, por lo que nos podemos incorporar en seguida a la vida laboral y social.
No precisa cuidados especiales antes ni después de la técnica por lo que puede realizarse en cualquier época del año y en cualquier tipo de piel, siempre con la valoración previa de nuestro equipo médico.
Los resultados de esta técnica no pueden equipararse a los de una cirugía ( lifting) pero tienen resultados muy satisfactorios en pacientes jóvenes para prevenir el envejecimiento, pacientes con flacidez moderada o pacientes de mayor edad que no deseen infiltrarse sustancias de relleno o para disminuir la cantidad de material de relleno necesaria.
Según el grado de envejecimiento se pueden necesitar 1-3 sesiones anuales, dependiendo también si vamos a combinar con otras técnicas.
Los resultados se alcanzan a los 3 meses y pueden durar hasta 2 años, aunque se recomienda repetir de forma anual.