En la aparición de la rosácea intervienen muchos factores diferentes.
En primer lugar existe una ALTERACIÓN DE LA FUNCIÓN SEBÁCEA, con una hiperfunción de la glándula sebácea que lleva a un exceso en la producción de grasa. El sebo es irritante y produce una ALTERACIÓN EN LA FUNCIÓN BARRERA de la piel, volviéndola seca e intolerante. Además produce inflamación de la piel, que se cronifica y también produce un SOBRECRECIMIENTO de DEMODEX, que hace empeore la inflamación y el deterioro de la función barrera.
Todo este desequilibrio hace que se produzca un AUMENTO en la VASCULARIZACIÓN. Estos vasos dilatados (telangiectasias) tienen tendencia a dilatarse de forma súbita provocando los episodios de FLUSHING (enrojecimiento).
El diagnóstico de la rosácea es clínico, no suelen hacer falta otras pruebas.
El paciente nos referirá una piel sensible y episodios de flushing (rojez súbita) que se desencadenará con los cambios de temperatura, la exposición directa al aire frío o caliente, las comidas calientes o picantes, alcohol, estrés…
Podemos observar rojeces y vasos dilatados en las mejillas y la nariz. Puede aparecer granitos rojos y con pus.
El paciente puede referir también molestias y enrojecimiento ocular.
Hay casos muy evolucionados (Rinofima) que cursan con aumento de volumen de la nariz por un crecimiento de las glándulas sebáceas.